La increíblemente tenaz Sophie Germain

Imagina que eres un niño con curiosidad por la ciencia pero tus padres se oponen. Incluso te dejan sin luz para que no puedas leer.

Imagina que sueñas con ir a la Universidad pero te no te permiten ni entrar.

Imagina que puedes solucionar problemas matemáticos que nadie antes ha podido solucionar pero nadie te escucha.

Ahora imagina que todo esto pasa simplemente porque eres mujer.

sophie germainSophie Germain (París, 1 de Abril de 1776, 27 de Junio de 1831) no es sólo un gran ejemplo de genialidad matemática y curiosidad científica si no que con su vida da una lección magistral sobre constancia y perseverancia.

Desde muy joven se interesó por las matemáticas y la filosofía. Aprendió latín y griego por sí misma para poder leer a Newton y Euler. Pasaba las tardes y noches devorando los libros de la biblioteca de su familia, un comportamiento que no se creía adecuado para una mujer de la época. Por eso sus padres le quitaban la luz y la calefacción, para impedir que se pasara las noches leyendo. Pero Sophie siempre se guardaba una vela para poder continuar. Finalmente su familia se dio cuenta de que no había nada que pudieran hacer para detener la curiosidad de Sophie.

Cuando Sophie cumplió 18 años, la Escuela Politécnica de París abría sus puertas. Puertas que estaban cerradas para las mujeres, por desgracia. Pero tampoco eso detuvo a Sophie y buscó la ayuda de un amigo, Antoine-Auguste Le Blanc, para que le pasara los apuntes y poder estudiar por su cuenta. Poco a poco Sophie fue ganando conocimiento pero no se quedó ahí. Ni corta ni perezosa decidió mandar sus avances a grandes matemáticos de la época como Lagrange o Gauss. Para ello usó el nombre de su amigo Le Blanc como pseudónimo. Ambos matemáticos admiraron su genialidad y talento y se quedaron estupefactos al descubrir con el tiempo de que se trataba de una mujer. Lejos de rechazarla, la apoyaron en todo momento y se convirtieron en amigos y confidentes. Con el tiempo, la casa de Sophie Germain se convirtió en centro de discusión científica donde se reunían las grandes mentes del momento.

Gauss dijo de ella:

“Las maravillas de la sublime ciencia se revelan sólo a aquellos que tienen el coraje de penetrar en ellas. Cuando una mujer, que por su sexo y nuestros prejuicios se encuentra con infinitamente más obstáculos ­[…], tiene éxito en la superación de estos impedimentos […], sin ninguna duda debe de contar con el más noble de los corajes, extraordinario talento y un genio superior. “

(Carl Friedrich Gauss, en una carta a Sophie Germain, 1807).

 

Su hito más famoso consistió en ganar la medalla de oro de la Academia de las Ciencias de París en 1815 por solucionar un famoso problema físico-matemático: el comportamiento de las partículas cuando son sometidas a vibración. El problema era tan complicado de resolver que sólo Sophie presentó una solución en la primera convocatoria (incluso Lagrange dijo que era un problema imposible de responder con las herramientas matemáticas del momento). Sin embargo, no convenció al jurado. Pero, de nuevo, fue un ejemplo de perseverancia y al tercer intento lo consiguió.

Sophie Germain murió de cáncer de mama el 27 de Junio de 1831. En su partida de defunción consta como “rentista”, no como matemática. Murió antes de poder disfrutar de la plaza que Gauss le había conseguido en la Universidad de Göttingen.

 

 

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